miércoles, 9 de noviembre de 2011

Capítulo II


Pedí mi tercer café de la mañana en la cafetería del instituto y me dirigí hacia la mesa en la que estaban sentados mis amigos.
-         ¡Eh atrapada!- Exclamó Adam- ¿Dónde está tu brillante mente ahora mismo?- Preguntó con una sonrisa. Adam era una de esas personas que hacen que te rías hasta en un funeral. Su pelo era castaño, pero con unos destellos rojizos cuando le daba el sol, y sus ojos verdes hacían un contraste perfecto. Eso, su altura y complexión física y su encanto natural hacía que tuviese muchas pretendientes tras su espalda-
-         No lo sé… Haciendo un poco de turismo supongo…-respondí sonriendo. Los demás también se rieron y aproveché para excusarme- Voy fuera a tomar un poco el aire, ¿Vale chicos?
-         ¡Claro!
Dejé atrás el hervidero de animadas conversaciones y me dirigí a la parte trasera del instituto. Salté la vaya que cortaba el paso y me adentré en el bosque. Tomando un atajo casi secreto, tardaría diez minutos aproximadamente en llegar a la playa, y otros diez para llegar a tiempo a clase, lo que me dejaban un total de veinte minutos para relajarme y aclarar mis ideas escuchando el rumor de las olas rompiendo contra la orilla.
Mientras caminaba, me llamó Alex. Acababa de salir de la residencia en la que estaba su abuela y volvía hacia el instituto. La madre de Alex, había decidido que su madre necesitaba unos cuidados que ellos en casa no podían proporcionarle, por lo que decidieron internarla, pero teniendo un régimen de visitas diario y, al menos una vez a la semana, se la llevaban a casa. Alex y su abuela estaban muy unidas, porque cuando ella era pequeña, su madre y su padre trabajaban, y era su abuela quien la cuidaba. Se me pasó el tiempo muy rápido ablando con ella, como siempre, y cuando colgamos ya estaba entrando en la playa. Me descalcé y di un respingo al apoyar los pies en el suelo. ¡La arena estaba fría! Sonreí. Si en algún momento necesitaba pensar, el sitio idóneo era, o la playa, o el bosque. Las nubes dejaban entrever levemente el faro. El agua cristalina se convertía en espuma al romper las olas en la orilla. El sonido del viento sobre el agua era algo mágico para mí.
-         A ver Noe- Me dije a mi misma- ¡Aclárate coño!
Suspiré. No estaba loca, ¿Verdad? Él estaba allí, conmigo. Era demasiado real como para ser un sueño. ¡Su olor estaba en mis sábanas!
Tras unos minutos analizando coherentemente la situación, decidí que no podía ser fruto de mi imaginación, por lo tanto, alguien entró en mi casa de madrugada. Alguien a quién yo conocía y que me conocía a mí. Le conocía, no sabía ni cómo ni cuándo ni porqué,  pero yo le conocía. Y tenía que encontrarle.

1 comentario:

  1. Esta muuy bien y me dejas con la intriga :)
    Por favor avisaa del siguiente por tuenti o como sea :$
    Ana Perez en tuenti :)

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